He visto The Fabelman, de mi querido y entrañable Steven Spielberg y, como siempre, me hace soñar, me hace vivir el cine como side un cuento de hadas se tratase, con sus alegrías y sus tristezas, una delicia la habilidad de este director que hizo que desde muy pequeño me enamorase perdidamente del cine.
Sammy Fabelman, un niño de Arizona influido por su madre artista y su padre ingeniero informático, comienza a forjar su personalidad contando historias a través de su cámara. Film semiautobriográfico de la infancia y juventud de Steven Spielberg.
The Fabelman es una exquisita exploración sobre la preservación de la ilusión en medio del drama. Aunque posiblemente no sea considerada una de las obras más aclamadas de Spielberg, es indudablemente una muestra de su madurez como director. Basada en sus propias vivencias de infancia, adolescencia y juventud, la película se desarrolla con maestría, gracias a un guión interesante y personal que sabe mantener un ritmo fluido.
El estilo clásico utilizado, con encuadres precisos y tomas fijas, aporta un agradecido avance a la trama. La dirección de fotografía, a cargo del talentoso Janusz Kaminski, colaborador habitual de Spielberg, es excelente y ha sido reconocida con merecidos premios. La banda sonora, compuesta por el siempre talentoso John Williams, otro colaborador habitual del director, añade el toque emocional necesario en cada momento oportuno.
El elenco de actores no decepciona en absoluto, ofreciendo interpretaciones reflexivas y emotivas. Destaca especialmente la actuación de Michelle Williams, quien ha demostrado su talento en películas como 'Manchester frente al mar','Brokeback Mountain' y 'Blue Valentine'. Ahora, en el papel de Mitzi, la madre de la familia, nos brinda una actuación fascinante que nos hace comprender la trascendencia de la figura materna en la vida de Spielberg.
The Fabelman se presenta como una carta de amor al cine, narrada con una expresividad desbordante. La pantalla rebosa constantemente de momentos sólidos y conmovedores, equilibrando con maestría los elementos tristes y alegres. Todo en esta película pertenece a Spielberg, pero también nos pertenece a nosotros, los espectadores.
En una época en la que las autobiografías egocéntricas de los directores contemporáneos están a la orden del día, la de Spielberg destaca por su extrema humildad, honestidad y belleza. Es un testimonio cinematográfico que nos invita a reflexionar sobre la esencia misma del cine y el poder transformador de las historias íntimas y personales. The Fabelman es un logro artístico que se consagra como una joya que perdurará en la memoria del público y en el legado de un director excepcional.